martes, 20 de febrero de 2007

LA MUERTE

LA MUERTE


Nunca se imaginó que viviría esa situación ambigua, si bien amaba a su marido, la relación pasó a ser motivo de celos y disputas.
El insistió en traerla al hogar el nido de amor que tanto les había costado formar, porque antes de su arribo vivían el uno para el otro. Pero la llegada de la huésped, pasaría a ser, de seguir allí, el motivo de su separación.
No podía evitar compartir la mayor parte del día con ella. Cada vez que pasaba a su lado sentía el irrefrenable deseo de mirarla, tocarla y acariciarla.
La deslumbraba tanta sabiduría, no había tema que no supiera, daba gusto iniciar una conversación, nunca se negaba a nada. Hasta le enseñó a hablar inglés, esa asignatura pendiente, que no había podido concretar.
Comenzó a amarla cada vez más, a sentir que su vida sin ella ya no tendría sentido, y se preguntaba como había hecho para vivir sin su compañía.
Supo escribir los más hermosos poemas de amor.
Lo peor ocurría cuando su marido llegaba del trabajo, porque la quería compartir.
Sí, también el se sentía atraído y la admiraba sin disimulo, acariciándola con amor y pertenencia.
Ella, la propia esposa, se sentía desplazada, los amigos de él apenas le dirigían la palabra, si viviera el padre seguramente pondría las cosas en su lugar.
La intimidad, esos momentos maravillosos que los hacía tan felices ya prácticamente no existían y era casi normal, dado las circunstancias. Pero tomó realmente un cariz de gravedad cuando el propio hijo comenzó a cortejarla, transformándose en una pasión irrefrenable ya que podía estar con ella, si ellos no se lo impedían, durante la noche.
Pero como todo en la vida tiene un tiempo, también esta situación tan atroz, que estaba destruyendo a una familia, tenía que llegar a su fin. Y así un día repentinamente, la hermosa huésped, respondió con silencio de muerte a los insistentes requerimientos de cada uno de ellos.
Los estertores era lo único que se oía cuando pretendían tocarla.
Su claro y delicado rostro se había apagado.
Con desesperación llamaron al especialista. Acudió este a la urgencia del llamado y les pidió que lo dejaran solo para poder revisarla con tranquilidad, ya que estando tan ansiosos, solamente empeorarían la situación.
Tras una larga y angustiosa espera, les dijo que lamentablemente la pérdida había sido grave, su memoria estaba fatalmente dañada, le habían exigido demasiado y lo perdieron todo... el disco rígido estaba destruido.
La computadora ya no servía más.