sábado, 16 de mayo de 2020





             TALLADO CORAZON DE MADERA


                                                                                                                                               La cálida mesa de algarrobo la invitaba a escribir y a preparar las  hojas de su cuaderno, cuando comenzó a recordar. Mientras acariciaba con la mirada, el pequeño corazón de madera tallado, leyó: Tina y Dino.
Dino, tímido adolescente soñador, redescubría a su casi prima, después de tiempo luz que no la veía. Bella, adorada y pícara en su mirar. Los grandes ojos ámbar resaltando en ese pequeño rostro, el cuerpo delgado y cimbreante como junco fresco, lo encandilaban.
Había sido protegida por los padres de él, porque   había quedado huérfana.
Primero se habían sentido  unidos por reminiscencias de la infancia, pero no tardó en estallar en ambos el impacto irrefrenable del primer amor._Te invito al cine_¿te parece? _Sí, dale ¿qué tiene de malo? _No, nada…y bueno…, vamos.
Y otra…y otra salida. Era como prohibido, sin serlo. Vivían en la misma casa… ¿Qué dirían?
El dio libertad a los sueños, a las ilusiones, poniendo alas a sus dotes artísticas. Escribió los más hermosos y tiernos poemas de amor, dibujó y talló sobre piedra, madera, arena y cielo, el nombre, el rostro y los ojos de ella. Tina lo amaba con pasión, aunque deseaba que él fuera más terrenal, ansiaba un hogar, seguridad.
_ ¡Vayámonos juntos, casémonos! _Dame tiempo, quiero ofrecerte el mundo_. Dijo Dino, mientras tallaba con las delicadas manos, un pequeño corazón de madera.
El tiempo fue implacable, Tina no esperó más, se fue a vivir sola y consiguió un mejor trabajo.
Dino se distrajo en la ruta, era ya muy tarde. Le había prometido a la madre que ese sería el último viaje. Luis, amigo de la infancia y socio, sentado en el asiento del acompañante, le hizo notar que se había pinchado un neumático. ¡ Qué fastidio, tendrían que cambiarlo!, era de noche y la ruta estaba desierta. Sí, estaba convencido, venderían el camión que habían comprado con tanto sacrificio. Se ganaba buen dinero, pero realmente era un camino extremadamente peligroso. Luis estaba de acuerdo, porque aunque era una muy redituable salida laboral, su esposa, con el pequeño hijo que acababa de nacer, quedaba sola y angustiada en las larguras de las noches.
Se turnaron para ajustar las poderosas tuercas de la llanta. _Dame Luis, yo doy los últimos toques y nos vamos. Le transpiraban demasiado las manos, como cuando estaba muy nervioso.                                                                                        Tina deambulaba por su mente, recordando sus últimas palabras _Dino, te amo y te amaré siempre, pero la vida es otra historia, conocí a alguien que me ofrece lo que vos no pudiste. Acabo de comprometerme_. ¡ No, no podes…!
Se le mezclaban las lágrimas que caían sobre el neumático, con el molesto sudor de las manos.
Con el dinero de la venta del camión, compraría un departamento,
 sería el hombre que ella necesitaba y viviría su ansiado sueño de amor…Con asombro, presintió, mas que ver, el fulminante resplandor, los focos lo inmovilizaron, no pudo moverse, no pudo pensar. Solo su corazón gritó, Tinaaaa….
Al final de este mágico pozo, allá, en las estrellas, te veré nuevamente.
En medio de la noche, Tina sintió un sobresalto. La despertó el fulgor, la urgencia paralizante, el cuerpo no respondía las órdenes del  cerebro ¿ qué le estaba pasando?. Esos focos inmensos le empujaban el alma a un hondo laberinto, desde donde veía las estrellas…¡ No…no recorreré tus caminos todavía…déjame vivir _!
Despertó del sueño real, transpiraban sus manos, las lágrimas mojaban la almohada…Se levantó dificultosamente, los pequeños hijos dormían su blancura de ángeles. Venciendo el incontrolable temblor de las manos, se preparó un relajante té de hierbas.
Sintió como la imponente Basílica vibraba con el Ave María cantado, mientras del brazo del padre del novio, recorría lenta y
  suavemente la alfombra púrpura que la conduciría al altar. El blanco-pureza del vestido de novia, resaltaba su delicado cuerpo, a medida que se acercaba al altar las lágrimas le bañaban el rostro.
En sus oídos sonaban los acordes sagrados, pero ella en su mente
revivía las frases entrecortadas de una canción de moda, que parecía escrita para ella: ¡ Blanca y radiante va la novia, le sigue atrás un novio amante…ante el altar está llorando, todos dirán que de alegría…pero su alma está gritando …Ave Maria…!
La voz del sacerdote la volvió a la realidad_ ¡Qué hermosa emoción la tuya, hija! _ mientras bendecía con su mano derecha…
_Y hasta que la muerte los separe_.
Los recuerdos…dentro de los recuerdos. ¿Cuál era la realidad?
Cae la noche y las estrellas comienzan a brillar, el pozo se ilumina…el perfume de flores no sentido y la luna que está siendo parida por la tierra.
A lo lejos, el cielo …tan hondo, dueño de todos los secretos, le hace un guiño. Sostiene con fuerza el corazón tallado, el alma… se sumerge…en el agua cristalina del amor.


Marta Duhalde
ESTACION DESTINO
2005




                      
                                                                                       
                                                                                                                                                                        


                                                                                                                  



DISPARES


Lo ama, lo admira, lo incita.
Lo atrae, lo toma, se funden.
Se apoya, se yergue, se planta, se asienta.
Se impulsa, sostiene, se absorbe, se nutre.
Se vuelve, se burla, se mofa, compara.
Lo hiere, desgarra, nada en sus entrañas.

Lo inquieta, lo atrae, se incita, se funden.
La impulsa, comparte, sostiene, la nutre.
La admira, la ama, su fuerza declina.
La oye, la mira, se vuelve y compara.

Los mira, adivina; la sangre no engaña.
Triste la mirada, blando ya su cuerpo.
El cabello  pinta la nieve temprana
Y la otra savia ante sí, estalla.

Sabe que lo sabe; dura la mirada,
 fuerte ya su cuerpo, el cabello luce
con  soles y estrellas

Sabe que lo sabe, pero no le importa,
Se yergue, se vuelve, se mofa y compara.
Ya vuela triunfante, graciosa, extasiada.
Mira el horizonte, avanza en la aurora.
No ve ni le importa que allá en el estío,
El sol que le diera la luz y la fuerza,  quiebra ya su rayo...

Marta Duhalde
ESTACION DESTINO
2005



OCASO DE PRIMAVERA

Caminaba sin prisa, disfrutando la cercanía de la primavera. El perfume de los jazmines le traía maravillosos recuerdos, la brisa fresca le acariciaba el rostro, despeinando su cabello blanco y cuidado. Con algo de fastidio, se retocó el peinado y apuró el paso, no era su costumbre llegar tarde.
_ ¡Señorita…señorita…! 
¿No me escucha?__ le pregunté si ya corrigió mi prueba_.
La voz de los alumnos retumbaba en sus oídos. El aire que la despeinaba la estaba poniendo nerviosa.
El movimiento de las hojas de los árboles, el canto de los pequeños y tibios pájaros en los nidos, se asemejaban al bullicio del recreo, en el patio soleado de esa querida escuela, donde había transcurrido su activa vida de docente
El presente y el pasado se le comenzaban a mezclar.
Virginia era de una belleza tranquila, de contextura menuda; delgada y pequeña, la piel morena y aterciopelada, contrastaba con el verde esmeralda de sus grandes ojos. De facciones perfectas. Si bien no era atractiva, cuando se la observaba con detenimiento, parecía una muñeca de jade. La suavidad y la dulzura la caracterizaban.
Era la nueva maestra de cuarto grado, comenzó como suplente y luego quedó efectiva, los alumnos la querían y la respetaban.
 Ese día no había ido la directora y como todavía era temprano, le habían pedido que se ocupe de la dirección hasta la próxima hora, porque vendría una persona muy importante, par un acto que se realizaría en la escuela.
De pronto él irrumpió en el recinto; alto, de cabello suavemente ondulado, piel mate y ojos negro azabache. Vestía traje y corbata. _ ¿Es usted la directora? _ Esa voz…nunca antes había escuchado esa vibración, grave, penetrante y dulce como una caricia de amor. Luego, en las presentaciones, su pequeña manecita se cobijó en la otra, grande y fuerte, en un cálido apretón.
Bastó ese contacto, una mirada, una sonrisa y supo que nunca iba a olvidar a Ignacio.
El era un importante compositor, pianista y cantante, que haría no solo la presentación prevista, sino que a partir de ese día, sería habitué en las fiestas de la escuela.
Y se sucedieron encuentros, confidencias, un ramito de jazmines…Luego compartir un café… y no demoró en llegar el primer beso…la primera caricia.
Amor, entrega, pasión, locura…infidelidad.
La mujer de Ignacio comenzó a sospechar, estaba por nacer su segunda hija. El marido de Virginia la hizo seguir, amenazó con quitarle los dos pequeños hijos.
Habían descubierto el amor. Para ambos sus respectivos matrimonios ya eran fracaso. Se habían casado muy jóvenes. El, por poder, los padres habían arreglado la boda desde Italia. Ella por inexperiencia, fue obligada a casarse porque había quedado embarazada.
_ ¡Señorita…Señorita, Julián me está molestando! _ Las voces de los niños, su distracción… ¿O el canto de los pájaros?
El aire primaveral la seguía despeinando, comenzaban a dolerle los cansados pies…faltaban dos cuadras todavía.
Los hijos no eran culpables de su fracaso, merecían criarse con sus padres, ella no permitiría que un juez se los quite, se le desgarraba el corazón solamente  de
pensarlo.
El primer y único hombre que amó en la vida, tampoco quería perderla a ella, el también la amaba con desesperación.
No hubo escándalo, el tiempo todo lo puede. Las familias de ambos se hicieron las desentendidas.
Apariencias, encuentros, tardes de raso, escapadas de fin de semana, lunas dormidas.
Hijos adolescentes que saben y comprenden.
Ignacio comienza a llevarla a todos los conciertos, homenajes, premios, reconocimientos. Virginia acepta sentarse en la oscuridad; primer asiento a la izquierda.
_Abuela ¿me lees a Pinocho?_.
El cargo de Directora la colmó de orgullo, hasta los hijos de él concurrieron al nombramiento.
Amor, culpa, responsabilidad; una vida dedicada a cuidar su reputación, su familia.
_Mamá, papá está muy enfermo, no lo internes, cuidálo, es tu marido ¿no tenés sentimientos?_.
_ ¿Cómo me voy a jubilar si soy tan joven? Todavía no pude compartir la vida con mi amor_.
No puede soportar la viudez de Ignacio, su soledad, lo acompaña cuando puede, se cansa demasiado…
¿Cómo en una cuadra se puede pensar tanto? El perfume de los jazmines persiste, el cabello se le sigue despeinando, pero ya no le importa.
Revive con dolor la muerte del marido, fue su compañero, el padre de sus hijos._ ¡Señora Virginia, menos mal que llegó! En este geriátrico son muy estrictos con el horario de visitas, pero le quedan diez minutos todavía, para saludar al señor Ignacio antes que tome la medicación. ¡Pobrecito, está perdiendo cada vez más la memoria!
Virginia peina rápidamente su cabello de seda, se acerca al sillón vienés, donde meciéndose suavemente, él la espera. Toma con ternura infinita, esa mano, todavía fuerte y lo mira a los ojos,  ya nada temen…nada esperan…se recogen sus almas.

Marta Duhalde
ESTACION DESTINO 
2005