martes, 26 de diciembre de 2006

EL MAGO

EL MAGO

Nora le anunció a Elisa que había llegado Benito, el último “paciente” de ese día tan complicado, dado que había concurrido gente con sobre turno y en el pequeño vestíbulo de la casa las personas tuvieron que esperar de pie.
Benito se preparaba una vez más para concurrir a la cita que había concertado con la parapsicóloga, ya que había reservado turno para las cinco de la tarde y tenía que ser puntual porque si se retrasaba, Elisa no lo podría atender debido a la cantidad inusual de hombres y mujeres que concurrían al consultorio.
Se miró al pasar, en el espejo oval que decoraba el palier de la casa y conforme con la imagen que éste le devolvía, salió presuroso.
El rostro cuadrado y viril se ajustaba a su personalidad, denotando la energía vital y exitosa, se sabía obstinado, perseverante e intuitivo y con una sexualidad fuerte pero controlada. No le gustaba que lo engañaran ni que le hicieran perder el tiempo, siendo intolerante y muy resistente a los cambios.
Benito se reconocía en los prototipos que conformaban sus rasgos, reconociendo también que los ángulos cuadrados de la barbilla enmarcaban el autoritarismo, la franqueza y el respeto, mientras que las orejas pequeñas y armoniosas le aportaban encanto y seducción, que combinadas con los ojos grises y algo separados indicaban inteligencia, intuición, curiosidad y un refinado erotismo que se acentuaba por la espesura de las cejas.
La fisonomía de Benito se destacaba sobre el cuerpo alto y atlético, haciéndolo irresistible para mujeres de todas las edades.
Debido a las características físicas a Benito lo apodaban El Mago.
Cuando visitó por primera vez a Elisa, ella se asombró ante la belleza y la personalidad
del hombre que, sin vergüenza ni falsos prejuicios lloraba como un niño asustado. Cuando se hubo calmado le relató a la parapsicóloga la terrible desgracia que le había sucedido, haciéndole prometer que como secreto “profesional”, no contaría a nadie lo que acababa de escuchar.
Benito se despidió ese día un poco más calmado... pero una profunda tristeza le ensombrecía la mirada, dándole un tinte acerado y cruel.
Con esa rara y confusa sensación sintió que a partir de ese momento ya no tendría autonomía y que algo de él había quedado atrapado en esa casa, en la extraña personalidad de la mujer, que con solo mirarlo, lo había instado a confesar la verdadera razón de su visita.
Elisa esperaba impaciente la llegada de Benito, ya que sin él sería imposible continuar el trabajo. Un gesto de duda comenzó a invadir el rostro sereno y acostumbrado a ver toda clase de gente debido a su “don”, pero con Benito todo era muy extraño ¿ Sería realmente la persona que decía ser? ¿Era cierto lo que le había confesado?
La ambigua situación no terminaba de convencerla y tratando de apaciguar la espera, abrió cuidadosamente la caja que contenía las lujosas cartas de Tarot Marsellés, que se había hecho traer especialmente de España por su amiga Lucía y comenzó a abrir en abanico colocándolas cuidadosamente sobre la mesa cubierta por el paño rojo, las setenta y ocho cartas y con movimientos acariciantes, comenzó a separar los Arcanos mayores y con lentitud les fue dando la ubicación, correspondientes a las doce casas Astrológicas.
Iba pasando las manos por sobre las cartas suavemente, estando éstas con la figura hacia abajo y las ubicaba desde la Casa uno, que indicaba la personalidad, correspondiendo en este caso La sacerdotisa, como mujer intuitiva, prudente, con ideas místicas, sabiduría y paz interior, capaz de brindar ayuda. Luego con la misma serenidad fue colocando las restantes cartas en las respectivas Casas; a la dos le correspondió La Rueda de la Fortuna, indicándole éxitos materiales, en Casa cinco Los Amantes confirmando la amistad amorosa que la unía a Rodolfo y así sucesivamente fue deslizándolas, sin sobresaltos y conociendo de antemano lo que le saldría... hasta que llegó a Casa ocho, la que indica Muerte ó fin de algo y allí curiosamente y dando vuelta la carta que había tomado con demasiada lentitud y sintiendo que se le aceleraban los latidos, como siempre que llegaba a esa Casa, vio que aparecía justamente la carta de La Muerte. Dio un respingo de sobresalto y se apresuró a terminar la tirada, sabiendo que no era conveniente realizarse a sí misma el trabajo ya que era mala suerte y además se influía, debido al conocimiento que poseía sobre ese tema.
Lamentablemente no podía terminar en los últimos tiempos la adivinación del destino por habérsele perdido en circunstancias desconocidas, una de las cartas, de las veintidós que correspondían a lo Arcanos Mayores; nada menos que El Mago la que representa a la creación, el destino y la arrolladora personalidad de la persona si cae en Casa Uno.
En la imposibilidad de conseguir la carta idéntica a la del mazo traído de España por su amiga, Elisa encontró la solución a su problema el día que conoció a Benito.
Sintió y percibió que algo se movía en el cuarto de baño, sin ruidos ni presencia que lo delatase y con la rigidez de la brillante y lujosa cartulina, El Mago con un puñal emplumado de sangre se colocó dócilmente y al revés en la Casa Doce del destino.
En un cuaderno de apuntes que se encontraba sobre la mesa se podía leer: ”Mago al revés; Enemigo oculto peligroso, cruel y mentiroso. Cuidado con él, puede tenderle una trampa y peligrar su vida. También significa que el destino está en contra del consultante”.
El mazo de Tarot Marsellés quedó completo.



Marta Duhalde
"ESTACION DESTINO"

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Es muy lindo tu libro, te felicito y seguí escribiendo

María

Anónimo dijo...

Me gusta mucho el estilo de tu escritura. Te felicito

Nelson