martes, 26 de diciembre de 2006

SEDUCCIÓN

SEDUCCIÓN

No podía comprender por qué al poco tiempo de conocerla, en la mirada de todos los hombres descubría el cielo tormentoso del amor. Allá, en la profundidad de las pupilas donde descansaba el alma, Valeria comprobaba una y otra vez cómo ellos se iban entregando sin reservas al sentimiento negado de antemano por ella. Si bien sentía el halago y las atenciones, no sabía si era merecedora de tales actitudes ya que ella no hacía nada por lo menos conscientemente para que esto ocurriera.
Desde el dependiente del negocio de la esquina regalándole una flor a escondidas de la esposa, el médico al que concurría para los controles habituales, el dueño de la casa que alquilaba y hasta el marido de su mejor amiga, sucumbían al encanto incomprendido por ella. Se planteaba seriamente sin comprender la razón, porqué el propio marido no se dignaba siquiera a darse cuenta de su nuevo peinado.
Valeria ese día estaba de pésimo humor y ese nuevo vecino comenzaba a cortejarla descaradamente _¡habráse visto semejante desfachatez! ¿no sabía acaso que era casada?
¡Pero lo pondría en su lugar! _Esperó que sacara el auto como de costumbre y mientras pretendía hacerse la disimulada, lo miraba de reojo esperando el acostumbrado y meloso saludo, pero para su sorpresa... Aníbal, el vecino sin siquiera mirarla aceleró y salió del garaje. Valeria no salía de su asombro... _¡Una cosa es que yo le ponga los puntos sobre las íes y otra muy distinta que él ni me mire! _Y así herida por primera vez en su condición de mujer, decidió vengarse... por gusto nomás.
El día había amanecido nublado y frío, los cristales de la habitación se habían comenzado a empañar como aquella vez que... Gruesas lágrimas comenzaron a humedecer el hermoso rostro de la mujer y ya no pudo ni quiso contener el llanto que pugnaba en la garganta apretada de angustia.
El padre gritaba arrinconándola sin darle oportunidad de huir, mientras las manos grandes y huesudas levantaban su falda... _¡Noooo! _ El grito quebrado salió nuevamente desde el recuerdo y... _¡Valeria! ¿Que te ocurre? _ La voz de Gerardo, el marido distraído, la trajo en tiempo y espacio_ No nada, me lastimé sin querer con la tijera y me asusté_ respondió, sin darle demasiada importancia_.
Gerardo la había respetado siempre desde la humildad que lo caracterizaba y ella supo agradecerle casándose con él. El dinero que le dejara el padre de ella al morir, hizo que él pudiera ampliar la fábrica transformándose en un empresario de prestigio. _¿Por qué demoraba tanto Aníbal? _ Valeria le había preparado una sorpresa, desde donde asomaba la venganza. Ese vecino no sería la excepción sino que... _¡Qué lástima! _ se dijo_ estaba lloviendo y el sol no podría iluminar la sonrisa de dientes perfectos de ella ni las grandes manos huesudas de ese vecino que se parecía a su padre. __Pero esta vez ya verían quién era ella_.
Gerardo miraba sin inmutarse el cadáver de Valeria, una sonrisa torcida le afeaba el rostro _. La belleza angelical del rostro de la mujer sorprendió al oficial, los ojos entreabiertos dejaban ver el azul increíble donde parecía asomar la gélida mirada enmarcada por el rojo intenso de la cabellera.
_¿Edad? La pregunta sorprendió al hombre, acostumbrado como estaba al duro trabajo de policía, era la primera vez que se sentía atraído de esa manera y además en esas circunstancias _¡oficial, le estoy preguntando la edad de la víctima! _ dijo el superior.
Las esposas aprisionaban las manos huesudas de Aníbal, que lloraba copiosamente y
el policía envolvía delicadamente con las manos enguantadas, una tijera manchada de sangre, mientras sus cansados ojos acostumbrados a la muerte habían quedado deslumbrados por la profundidad de aquellos donde se asomaba el alma.

Marta Duhalde 2005
"ESTACION DESTINO"

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